Celosas letras

Siempre he dicho que escribir es la profesión más barata del mundo, pero no es del todo cierto. Escribir cuesta, y cuesta mucho. Cuesta hasta que duele. Entre los diálogos se va desgarrando el pecho, entre los personajes profundos se va oscureciendo la vista, dentro de cada palabra, se va muriendo de a poco. De poco en poco hasta llegar a mucho. 

Escribir es el más solitario de los actos. Escribir es la más personal de las aventuras. Uno se va embarrando sobre el papel, quedarán pedazos de sesos esparcidos sobre los poros de la celulosa en forma de caracteres. Hay días que de las letras sale sangre, hay veces que de las letras no sale nada, están solas, huecas, todas abandonadas y tristes. Solas.

Es un ritual que demanda todo. Arrebata. Se hospeda en las imperfecciones y el sufrimiento. Escribir para quedarse solo. Escribir para ocultarse en sí mismo. Es una maldición que uno carga, porque no hay  elección. Uno escribe o simplemente no es. Las letras tienen celos, y no te comparten con nadie. Te dan permiso de asomarte por la superficie, tomar un poco de aire, enamorarte, y de pronto te hunden nuevamente, te sumen en la soledad de ti frente al papel. Te toma de las greñas y te mantiene debajo del agua hasta que dejas de luchar por ti. Y te deja flotando sobre la ausencia de todo.

La más dulce de las paradojas: escribir para poder ser, pero no dejarte ser nunca. Arrebatarte todo desde las yemas de los dedos. Consumir tus energías, tu fuerza y tu amor para repartirlo por caracteres que no te dejarán ir nunca, tampoco te dejarán sentir nunca lleno. Eso es lo más absurdo de las letras, que te arrebatan de lo que amas por la ilusión de tenerlo en tus manos mientras lo escribes, pero nunca lo tienes. Maldita y bendita ilusión.

Las celosas letras demandan siempre más de ti, pero nunca te satisfacen. Nunca te llenan, apenas escribes, y ya quieres más y más. Nunca terminas. Permanentemente hambriento de más palabras, de más celosas letras. Escribir te da mucho menos de lo que te quita, pero ese tan poco, es una fuerza tan poderosa que te recarga para vivir.




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